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Los primeros sonidos captados por el Flor de la Pasión en el marco del programa 20 000 sonidos bajo el mar han sido transmitidos por el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona, que colabora con la Fondation Pacifique. Se han hecho esperar, pero por una razón en la que vale la pena detenerse: auténtica primicia mundial, este programa de cartografía de los sonidos, y por consiguiente de la polución sonora de los océanos, es eminentemente experimental. Y los equipos de altísima tecnología fabricados a medida para la ocasión —el sensor acústico que va colgado a la popa del barco y el material de transmisión vía satélite— han resultado más delicados de lo que estaba previsto.

Debido a un ruido parásito en el momento de su transmisión continua, que los dejó inservibles, los datos recogidos se guardaron a bordo y luego se pusieron a disposición de los equipos del LAB en forma de disco duro, que se envió en la escala de Brasil para que se extrajesen los considerados más interesantes desde el punto de vista científico.

Son algunas de esas secuencias acústicas sin editar las que se subido a la web antes de que, próximamente, se les añadan las informaciones necesarias para poder comprenderlas. Aun así, resultan impactantes por lo que transmiten de un universo submarino que bien poco tiene del «mundo silencioso» descrito en los años sesenta, cuando los seres humanos apenas comenzaban a explorar las profundidades de los océanos.

Sonido 1, Sonido 2, Sonido 3.

Estos datos se suman al banco de datos alimentado por las sondas repartidas por el mundo e interconectadas por la comunidad científica.

Michel André, director del LAB, subió al barco a principios de septiembre, aprovechando la escala en Río, para diagnosticar la fuente de este ruido parásito incorporado a las transmisiones. Se llevó con él una parte de los equipos para poder realizar un estudio más minucioso del problema en los laboratorios de Barcelona. Si todo va bien y las nuevas pruebas son satisfactorias, los sensores volverán a colocarse en su sitio en la escala que efectúe el Flor de la Pasión en Buenos Aires, alrededor del 16 de octubre.

A pesar de estas peripecias, el programa 20 000 sonidos bajo el mar sigue su curso. Al carecer de una sonda de arrastre y al no poder transmitir a Barcelona automáticamente los datos recogidos, la tripulación utiliza un sensor manual cuyos datos se conservan a bordo. En Argentina se enviarán en un disco duro.