Cuaderno de Bitácora

El domingo, 25 de marzo de 2018 en Batam, aprovechamos los trámites de entrada a Indonesia para recorrer la isla a lo largo del camino costero desde la marina de Nongsa Point donde el velero se encuentra amarrado. Batam es como la prolongación de Singapur, venimos por el fin de semana a aprovechar de un ambiente balneario totalmente relativo debido al espectáculo de los superpetroleros que pasan y nos dejan ensimismados.

Llegamos a un complejo hotelero imponente a orillas del agua, el ambiente balneario en cuestión se transforma en una pesadilla. Peñascos negros de petróleo, negras capas relucientes que flotan en la superficie del agua, los pies rápidamente cubiertos de hidrocarburo para el que se aventura sobre la playa dónde temerarios pueden a pesar de todo alquilar una moto de agua: es como si una pequeña marea negra se hubiese vertido sobre este rincón de costa, a los pies del resort y donde solo a algunos metros turistas disfrutan en una piscina afortunadamente protegida.

De repente, el espectáculo del tráfico marítimo en lo que debe ser uno de los lugares más concurridos del globo toma otra dimensión y nos preguntamos si, entre los millares de barcos que pasan a la altura de Batam cada año, no se encuentran quienes deterioran el medioambiente sin escrúpulos, simplemente…