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La escena pasa a principios de octubre de 2018 en Richard Bay, el primer lugar sudafricano para Flor de Pasión. Alrededor de la mesa sentados los adultos de a bordo: Pere el capitán, reconocible con su gorro, el Khaled el segundo y sus gafas en sus rastas, Yaiza la coordinadora científica y su mate infaliblemente puesto delante de ella (como Pere), Victor el cuarto miembro de tripulación que navega desde Tulear, en Madagascar; a la izquierda del dibujo, Sandrine la educadora del programa Jóvenes en mar.

El momento es solemne, sospechamos que se dicen cosas importantes que tienen posiblemente un informe de los tres grumetes de a bordo, Noé, Valentin y Loïc, al que hay que imaginar no sabemos dónde en el barco, posiblemente en su cabina en proa.

Y la que captura esta escena sorprendente de intensidad dramática, es Katharina Kreil, ilustradora ginebrina que al llegar a Durban dentro de unos días, organizará un taller de este arte sutil donde los jóvenes estarán invitados.

Momento de suspenso, como se vive a menudo a bordo antes de una salida o en el momento de una llegada, a un muelle o anclados, no tan frecuente durante la navegación cuando hace falta que todo el equipo de cuatro esté en al timón, aunque los jóvenes sepan que deben hacer.