Cuaderno de Bitácora

En este día, 12 de abril, hace casi tres años, día tras día desde el comienzo de la expedición en Sevilla, Flor de Pasión deja Yakarta para comenzar la travesía del Océano Índico. Comienzan entre 4 y 6 semanas de navegación hasta Madagascar para la tripulación y los diferentes pasajeros que han embarcado en la capital de Indonesia, un grupo de cinco adolescentes ginebrinos y sus dos educadores del programa socio-cultural Jóvenes en el mar y un treceavo ilustrador del programa En el espejo de Magallanes, Aloys Lolo. Se espera la llegada para fin de mayo, mediados de junio a Nosy Be al norte de la isla africana.

Al dejar Yakarta por el mar lo mismo que al llegar, cruzamos la ruta de aproximación de los aviones de línea que aterrizan en el aeropuerto internacional viendo el sobrevuelo de estos aviones, cada minuto, es espectacular. Contrasta la ausencia de todo sobrevuelo en otras regiones del globo al margen de los flujos aéreos, como en el caso entre Singapur y Yakarta. Es lo que les espera a las doce personas a bordo en lo mejor del océano Índico.

Con esta nueva partida se cierra el capítulo Sudeste asiático de la expedición: seis meses de navegación desde Papua-Nueva Guinea, las provincias orientales de Indonesia y en particular las Molucas, las Filipinas, Brunei, Malasia, Singapur luego de nuevo Indonesia. Pronto se abrirá el capítulo africano, el penúltimo antes de la vuelta a Sevilla.

Luego de siete días de navegación desde Singapur, Flor de Pasión llega a Jakarta tal como estaba previsto el 2 de abril de 2018 y ancló en la Marina Batavia, ya que debido a la poca profundidad en el puerto deportivo no pudo amarrar en el pontón.

Ejercicio realizado el 1 de abril que podría haber sido serio, lo precisaremos en seguida.

Domingo por la mañana, en la isla Seribu, Flor de Pasión navega con amuras a estribor con casi todas las velas desplegadas - cuando un grito resuena sobre el puente: "¡Hombre al agua! ¡Hombre al agua! " Inmediatamente, cada uno de los tripulantes se apresta a participar en la recuperación de una "defensa “que sirve para proteger el casco del barco cuando está en el muelle que el capitán arrojó por la borda para simular la situación. El tiempo es clemente, muy luminoso, y el mar está en calma. Rápidamente la boya ya está a varias centenas de metros en la estela del barco.

Uno de los miembros de la tripulación se ubica a popa y no quita los ojos de la boya mientras que el capitán informa sobre la maniobra y bajo la conducción del contramaestre Yffick, el resto de la tripulación se pone en posición para maniobrar la vela mayor y el artimon. Motor encendido, velas en posición, el barco a barlovento, el capitán hace marcha adelante-marcha atrás para derivar y volver muy despacio hacia el hombre que está en el mar dónde de una mano segura, Inès, jefa de grupo, lo agarra en la primera desde estribor.

La secuencia duró menos de diez minutos, ayudada por una meteorología favorable. Y pasada la emoción de los primeros instantes, cada uno puede felicitarse por la maniobra terminada.